Uno de los riesgos intrahospitalarios más importantes son las úlceras por presión. La magnitud y el impacto que provocan en el ámbito de atención al paciente las convierte en un gran problema de social y de salud, ya que pueden provocar infecciones graves que, en los peores casos, llegan a poner en peligro la vida del paciente. Además, muestran un claro déficit de la calidad asistencial y suponen un gran coste económico.
¿QUÉ SON LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN?
Las úlceras por presión, también llamadas escaras, son lesiones cutáneas y de los tejidos subyacentes debidas a la presión constante de una determinada zona del cuerpo durante un periodo prolongado de tiempo (entre una y doce horas aproximadamente). Esta presión mantenida, especialmente en los lugares donde se sitúan las prominencias óseas, hace que no llegue suficiente oxígeno a los tejidos, provocando la muerte del mismo con la consiguiente úlcera.
Las zonas en las que suelen aparecer con mayor frecuencia son: nalgas, sacro, trocánteres, maléolos externos y talones.
Las secuelas producidas como consecuencia de la presión se pueden ver agrandadas en presencia de otros factores, tales como:
- Rozamiento: provoca lesión del epitelio.
- Humedad: por el sudor o en pacientes incontinentes, lo cual, produce laceración cutánea.
- Fuerzas cortantes: energía producida por los tejidos sacrococcígeos más profundos, lo cual, puede causar obstrucción de los vasos de las nalgas o lesión de los tejidos hipodérmicos.
CLASIFICACIÓN
Según su expansión y el grado de daño tisular podemos clasificar las úlceras en cuatro estadios diferentes:
- Estadio 1: se presenta calor localizado, hinchazón, enrojecimiento que no desaparece al ejercer presión sobre ella y, en ocasiones, flictenas.
- Estadio 2: destrucción parcial de la piel que puede afectar a la dermis, a la epidermis o a ambas. En ocasiones, puede llegar a los tejidos subcutáneos.
- Estadio 3: se presenta necrosis de los tejidos subcutáneos que puede llegar hasta las fascias musculares.
- Estadio 4: lesión profunda de la piel, habitualmente con necrosis del tejido, donde se puede ver afectado el músculo, las estructuras de sostén e incluso el hueso.
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